Situada a escasos kilómetros de la localidad, en la carretera que conduce a Malcocinado, y en una finca de propiedad particular, es el último vestigio que se conserva del antiguo Monasterio Basílico que en su día existió.
El Monasterio estaba constituido por un sencillo templo de planta rectangular, con cuatro tramos separados por arcos que soportan una cubierta plana. En la cabecera, una cúpula semiesférica con linterna y a los pies una gran espadaña, utilizada en tiempos para llamar a los monjes al culto cuando estaban laborando en el campo.
En 1812, cuando los franceses se retiraron de Sierra Morena, lo encontraron cerrado y en 1835, con la desamortización estas tierras pasaron a manos de particulares y se convirtió en una hacienda con funciones agropecuarias. Resulta muy interesante la fuente del convento, en cuyo frontis de ladrillo contiene un mural de azulejos pintados con la imagen de San Miguel derrotando al demonio.
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